domingo, 20 de agosto de 2017

¿Para que sirve la "Cadena de Mando" civil?


A los que creemos en la necesaria subordinación del ámbito militar al civil, no suele gustarnos la noción de “cadena de mando”. Porque en cualquier Parlamento (p.e. nuestra Asamblea) las decisiones se toman de forma consensuada. Todos pueden exponer sus argumentos.  Pero ojo, al final, la decisión adoptada por consenso es acatada por todo el mundo. En todos los países democráticos, en todo Estado de Derecho.
Las ventajas de la “cadena de mando”, sin embargo, se hacen evidentes en una emergencia. Si un buen señor se desmaya en medio de la calle, de inmediato será rodeado por un centenar de buenas gentes, todos bien intencionadas que, a grito pelado, interrumpiéndose, exigirán que se le afloje el nudo de la corbata, que no lo toquen para nada, que lo pongan en “decúbito supino”, que se le haga respiración boca a boca, que no lo muevan, que llamen al 811, que se comuniquen con Rescarven, que recen a la Virgen… Y las posibilidades de supervivencia de este buen señor serán directamente proporcionales a la rapidez con la que “alguien” tome las riendas y empiece a tomar decisiones.
Y se hacen aún más obvias en tiempos de guerra. La mayor de las “emergencias”, diría yo.
En Venezuela, en estos momentos, estamos viviendo una guerra. O por lo menos, una emergencia. Y, por decisión mayoritaria y democrática, hemos puesto al frente de nuestras fuerzas a la actual Asamblea Nacional y a los partidos coaligados en la MUD.
La decisión sobre participar o no en las elecciones regionales es compleja. Y apostaría que los capitostes y gerifaltes de Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática, COPEI y un largo etcétera comprenderán que participar “puede ser interpretado” de tal y cual forma. Y que no hacerlo, por el contrario, puede implicar tales y cuales consecuencias. Y estoy seguro que lo han discutido.
Y ya sé que no siempre las decisiones de “nuestros dirigentes” son acertadas, todos estamos conscientes de ello. No somos particularmente dotados para la sindéresis.
Pero no tiene sentido que, en el fragor de la batalla, medio ejército “decida” que las decisiones de los generales son erróneas y que “sería mejor” no seguirlas. Y que no se moverán hasta que al buen señor no le aflojen la corbata.
O se le haya rezado a la Virgen.

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