Asimov, por supuesto, había previsto esa eventualidad y concebido, para prevenirla, las ya famosas "leyes de la robótica", implantadas en el cerebro de todos los robots y que impedían, por un tema de programación, hacerle cualquier daño a un ser humano.
domingo, 21 de julio de 2013
Lamentablemente, Asimov se equivocaba.
Isaac Asimov, entre su vasta producción literaria (CF e Historia, principalmente), dedicó varias obras al tema de los "robots". Específicamente, a los "androides", mecanismos de forma humanoide dotados de un alto nivel de autonomía gracias a su "cerebro positrónico" (un equivalente profético a un ordenador o computador). Y sujetos de una popularísima modalidad paranoide: la de la rebelión de los robots quienes, convencidos de su superioridad innata sobre el ser humano, deciden acabar con su reinado.
miércoles, 10 de julio de 2013
¿Navajas de Ockham?
Las "verdades" absolutas e indiscutibles no existen. Salvo, diría alguno, en el ámbito de las realidades físicas objetivas. "Llueve". "Es de día". "Estamos en primavera". "Estamos en el siglo XXI". "Este hombre parece muerto".
Pero no podemos decir que este cenicero "se ha caído"... porque no faltará quien afirme que "lo han tumbado".
Si vemos una lucecita en el cielo, alguien dirá que es un avión. Pero otro jurará que es un "ovni". Y siempre habrá quien afirme que es su santa suegra ascendiendo a los cielos. ¡Es que hay para todos los gustos!
Pero no podemos decir que este cenicero "se ha caído"... porque no faltará quien afirme que "lo han tumbado".
Si vemos una lucecita en el cielo, alguien dirá que es un avión. Pero otro jurará que es un "ovni". Y siempre habrá quien afirme que es su santa suegra ascendiendo a los cielos. ¡Es que hay para todos los gustos!
Guillermo de Ockham, filósofo nominalista y fraile franciscano, era un hombre eminentemente práctico. Su influencia en el pensamiento contemporáneo es notable y legó a la posteridad la siguiente máxima, conocida como "La navaja de Ockham": Si un fenómeno puede explicarse sin "suponer" ninguna hipótesis adicional, no hay razón para suponerla. Es decir, siempre debe optarse por una explicación con el menor número de causas, factores o variables.
Lo cual no significa que "no existen" fenómenos con explicaciones tremendamente complejas, pero no son los más frecuentes. No son la norma general.
En esta columna, procuraremos ceñirnos a esa norma. Al buscar la explicación de cualquier suceso, de cualquier fenómeno, la menos complicada es la más probable. Incluso en Venezuela, aunque algunos no quieran reconocerlo.
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