viernes, 31 de mayo de 2019

¿PSOE con Ciudadanos? ¿Social-liberalismo?

Sí, ya sé que la idea choca a muchos. 
Pero... tiene todo el sentido del mundo.
El "socioliberalismo", "social-liberalismo", "liberalismo progresista", "liberalismo democrático" o, como lo llaman en USA, "liberalismo moderno", es una corriente del liberalismo que, siguiendo "un poco" a John Stuart Mill, se centra en el desarrollo tanto interno como material del ser humano, con énfasis en su interacción social. Según "Wikipedia" es una ideología política que propugna que el bienestar y el desarrollo social son compatibles con la libertad del individuo.
En otras palabras, el social-liberalismo se opone radicalmente al autoritarismo y le da mucha importancia a una verdadera democracia. Nada que ver con la del así llamado "socialismo real". 
Sin embargo, en lo económico, propone una cierta regulación social y una intervención parcial del Estado en la economía, para garantizar una economía social de mercado completa y genuinamente libre. Una que se impida la consolidación de intereses monopolísticos. El papel del Estado sería garantizar, en lo posible, la igualdad de oportunidades, pero auspiciando el desarrollo personal y fomentando la libertad de todos los ciudadanos. 
Esta corriente política tiene sus antecedentes en el liberalismo clásico, condimentado con corrientes racionalistas ilustradas vinculadas con Kant y Voltaire.
En el mundo contemporáneo "real" lo más cercano al socioliberalismo con los países nórdicos. Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia.
En una época, Estados Unidos marchó en esa dirección. Y volverá ahí, no me cabe duda.
En el caso español, un acercamiento entre Cs y PSOE moderaría la deriva radical del PSOE, acercándolo a las posiciones del ala socialdemócrata de ese partido, considerablemente más moderada, y alejaría el enorme riesgo de acuerdos con Podemos y con los nacionalistas. 
Por otro lado, alejaría a Cs de cualquier tentación radical-populista de derecha o, por lo menos, de la necesidad de pactar con Vox. 
Por esa misma razón, por la posibilidad de un acercamiento a las tesis socioliberales, aplaudo las conversaciones de Sánchez con Macron. 
¡NO, a cualquier tipo de radicalismo!
SÍ, al socioliberalismo.

viernes, 12 de abril de 2019

Liberalismo y Acracia. Primos hermanos.

A primera vista, liberalismo y acracia no tienen nada que ver.

De hecho, la noción de "liberalismo" suele vincularse a políticos y economistas "de derechas", comprometidos con la empresa, con el capitalismo, con el "establishment".

La de "acracia" (antes la llamábamos "anarquía", pero la palabra adquirió connotaciones estrictamente político-partidistas durante la Revolución rusa y la Guerra Civil española), por el contrario, nos remite a visiones radicales, revolucionarias, claramente identificadas con "la izquierda".

¿Verdad?

Categóricamente falso.

Veamos: la "acracia" es una doctrina que propugna la supresión de toda autoridad. Por lo cual, en principio, es lo más opuesto, lo más lejano posible, a cualquier intento sistemático de dirigir la sociedad en una dirección preestablecida. Y, muy en particular, a todo lo que implique un incremento de las normas, controles y presiones de todo tipo destinadas a orientar y controlar el comportamiento del ser humano. 

El liberalismo, desde luego, no llega a tanto. Doctrina política surgida a fines del siglo XVIII como un  movimiento hacia el autogobierno, específicamente alejada de la aristocracia, el liberalismo incluía ideas como autodeterminación, la primacía del individuo y la nación, en oposición al Estado y la Religión, como unidades fundamentales del derecho, la economía y la política. Pero, como consecuencia de ello, el liberalismo defiende la libertad individual a tal punto... que preconiza un Estado absolutamente limitado, restringiendo al máximo su intervención en la vida social, económica y cultural. 

Sin llegar a asumir las posiciones ácratas (¡de ninguna forma!), el liberalismo es la alternativa político-económica más cercana a ellas. Lo más parecido a una "acracia light".

viernes, 29 de marzo de 2019

Maduro. El mejor argumento de la extrema derecha.




"¿Sabes, fulanito? Yo creo que los pobres necesitan algún tipo de ayuda. Sobre todo en nuestros pueblos...

"No chico. Tú lo que eres es un ingenuo. Ya ves lo que pasa con los regímenes de izquierda. Vienen los Chávez y los Maduros..."

Cualquier argumento más o menos "solidario", cualquier sugerencia de políticas sociales, de necesidad de integrar, de superar la marginalidad, es inmediatamente rebatido con el confrontamiento con la ejecutoria del "socialismo del Siglo XXI".

Los pobres resultados del experimento soviético, claro está. Los muchos peores del de Cuba y, ahora, los espeluznantes resultados de los socialistas venezolanos le han dado excelentes poderosos argumentos a las derechas más recalcitrantes del planeta. A los defensores a ultranza de la libertad absoluta de mercado, de la no intervención estatal. 

Hoy por hoy, Maduro es el mejor argumento a favor del liberalismo duro, de la extrema derecha. A punta de desmanes e imbecilidades, ha destruido la credibilidad de toda aproximación a la socialdemocracia, de todas las “izquierdas” razonables (existen, sí señor) y potencia los ataques de la derecha liberal más extrema (esa es la verdadera derecha, la enemiga jurada de cualquier género de intervención estatal. Los dictadores populistas no son "la derecha". Esos pertenecen a otra u otras categorías).